Si
la armonía del conjunto puede ser discutible, es difícil negar que la
Madre de todos es un cuadro original.
Una virgen mulata, desnuda con muchas mamas, orejas de animal, tres
signos verticales sobre cada lado y dos cruces grabadas en la frente,
mantiene suspendido en una mano un pez de oro, hacia el cual invita a la
mirada con el índice extendido de la otra.
El hombro caído subraya el peso del material y el de la “pasión”,
siendo el pez y el precioso metal dos símbolos conocidos del
cristianismo.
A
la izquierda del paño detrás del tocado de la virgen se entrevé el
perfil de un rostro entre las nubes del fondo. A la derecha aparece riquísimo
en detalles, un escudo nobiliario y
cardenal.
En
el frente está colocado al centro un cartel con la fecha 1544
y la firma del pintor, mientras que en una esquina aparece el nombre
Georg, con la° “o” remplazada por el símbolo del sol, sobrepuesto
el del infinito y salpicado por pequeñas manchas de oro.
En
la Madre de todos, por lo
tanto, se encuentran mezclados elementos pictóricos de la iconografía
tradicional católica como el manto azul, el paño rojo y las aureolas
de la virgen y el pez, y rasgos peculiares de las figuras de divinidades
paganas como la desnudez, las mamas de varias filas y las orejas de
animal. De todas las alteraciones aportadas a la figura típica de
“Virgen con niño dios” en la carta del pintor se mencionan
solamente la desnudez (in
sembiante di affricana ignuda), las mamas (los
muchos senos) y el pez de oro (en
vez del Divino infante).
El
Novazio debe haber pensado en Leonardo para el fondo, en Crivelli o en
Bellini para el drapeado el marco y en Mantegna para el perfil escondido.
Aunque
el escudo de armas y el perfil permiten identificar al cardenal alemán
Alberto de Brandenburgo como el seguro destinatario de la obra, no
tenemos ninguna prueba de que fuera él mismo quien la encargara. Tanto
porque la carta está escrita en italiano (aunque podría ser un apunte
para el traductor) como porque se dirige a un destinatario no
especificado (Illustrissimo et
Excellentissimo Padron mio) encabezado epistolar de deferencia no
raro en siglo XVI pero no
suficientemente reverencial para el calibre del personaje en cuestión.
En
la parte posterior no hay huella del sello de cera, por eso se trata de
una copia o del original nunca enviado. Ciertamente
la corte del cardenal (ver la nota biográfica) no carecía de artistas
válidos y renombrados, por tanto la hipótesis más plausible es que
quien hizo el encargo fuese un noble lombardo relacionado con él, que
tenía intención de regalarle el cuadro, quizá sin que él lo supiera.
de
rechazo a la santidad de María generado por la reforma luterana.
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